A
primera vista parece que Guillermo del Toro ha dejado aparcada esa temática
sobre natural tan tétrica a la que nos tiene acostumbrados, como fue el caso de
Mamá. Nada de eso. El cineasta mexicano ha querido acercar a los más pequeños
una fiesta como es el día de los muertos. Todos se reúnen para conmemorar,
recordar a aquellos que ya no están.
El
libro de la vida es una película de animación que trata la historia de un trio
amoroso: Manolo, Joaquín y Maria. Tres niños, amigos, dos de ellos compitiendo
por el amor de la chica. Algo que ya estamos más que acostumbrados a ver pero
¿cuál es la novedad en esta historia? La muerte, constituida o, mejor dicho,
personificada en La Catrina y Xibalba. La primera gobierna el hermoso reino de
los recordados, el segundo, gobierna el triste y gris reino de los olvidados. Este
matrimonio tan singular es el que marca las normas, llevan a cabo una apuesta
para determinar cual de los dos niños será el que se case con María.
Repite
varios roles, por un lado esta la chica rebelde de familia acomodada que busca
vivir aventuras, el chico “pobre” con unas expectativas de vida distintas y el “héroe”,
el marido que todo padre quiere para su hija. Digamos que repetimos un poco ese
clasismo para posteriormente destruirlo.
Una
hora y media de duración que fluye, en ningún momento se llega a hacer pesada,
pues se abordan otros temas como: cumplir las expectativas familiares y seguir
con una tradición antigua o romper con todo y realizar tus sueños. Del mismo
modo, también aborda el tema de la superación, dejar atrás los miedos que te
paralizan. Suelen ser, por norma general, los mismos clichés de siempre que
abordan las películas infantiles. En esta película concretamente, encontramos
varias tramas secundarias que se desarrollan a la par que la primera, para
desembocar todas en el mismo final.
Dejando
a un lado la trama, ofrece una nueva
forma de personificación, de animación. Presentan la Noche de los Muertos como
una fiesta en toda regla, una celebración más que un duelo. El mundo de los
recordados es incluso mejor que el de los vivos, un jolgorio continuo, todo
lleno de “vida”, color… una forma ideal de, no solo encandilar a los más
pequeños de la casa, sino también a los mayores. Es una forma de conocer parte
de la cultura mexicana, que tanto éxito parece que está teniendo últimamente. Hará
bien su trabajo si provoca en el espectador ganas de saber más sobre este tema.
Más que recomendable.
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