Transcendence

TRANSCENDENCE


Nos encontramos con una película que, nuevamente, vuelve a tratar el tema de la inteligencia artificial. Podríamos considerar que plantea un futuro que podría darse, pero muy a largo plazo. No hablamos precisamente de 20 años, hace falta mucho más.

En esta ocasión Johnny Depp encarna a Will Caster, doctor y científico en el ámbito de la Inteligencia Artificial. Junto con su mujer Evelyn (interpretada por Rebecca Hall) esta llevando a cabo la creación de una máquina de gran inteligencia, con sentimientos y consciencia humanas, su nombre PINN. Will es un investigador de gran reconocimiento a nivel internacional y mundial, son sus experimentos y avances los que le han dado a conocer.
Durante uno de los meetings que lleva a cabo para hablar sobre sus investigaciones, se producen una serie de atentados contra los laboratorios de investigación sobre Inteligencia Artificial. Esto causa un gran revuelo, años de trabajo desaparecidos, borrados del mapa como se suele decir. Pero la cosa no termina aquí, uno de los asistentes al meeting atenta contra la vida del doctor Caster. Un disparo poco certero para un suicidio cobarde a posteriori.


Tras la tempestad llega la calma, una calma cargada de amargura e incluso desesperación. Parece que todo esta perdido en lo referente a todo el conocimiento acumulado y ahora destruido, pero casualmente los laboratorios de investigación de Will están intactos. Pero nuestro protagonista no tiene la misma suerte. A pesar de que la bala no ha dañado ningún órgano importante, portaba isotopo-polonio, una intoxicación radiactiva que una vez llegue al torrente sanguíneo, acabará con la vida del doctor Caster.
Toca ponerse en la piel de Evelyn ¿Qué haríais vosotros si a vuestra pareja sólo le quedase un mes de vida? En un momento tan desesperado que no quieres aceptar, sólo queda llevar a cabo medidas totalmente desesperadas.

Tras planteárselo bien, Evelyn le pide ayuda a Max (Paul Bettany), amigo del matrimonio Caster. El descabellado plan de la señora Caster consiste en llevar a cabo la dúplica de la consciencia de Will a la computadora cuántica de PINN. La esperanza de que esto funcione se basa en que se logró conseguir esto mismo pero con la conciencia de un primate. Todavía no ha sido realizado con humanos pero ya se sabe, ese momento parecía ser el mejor.
En este punto, que realmente no sorprende a nadie, a pesar de ser algo que no se ha hecho nunca, el experimento resulta ser todo un éxito. La conciencia de Will sobrevive a su muerte humana. El problema llega cuando pide ser conectado a internet para expandirse, adquirir todo el conocimiento posible. Esto lleva a Max a sospechar que no se encuentra realmente ante la conciencia de Will, sino ante un PINN mejorado. Por su parte Evelyn accede a la petición de su marido. Esta decisión desencadena un poder inimaginable en el artificial doctor Caster, que termina siendo incontrolable, es más, él es quien lo controla todo. Un Dios artificial.


Podemos hablar de una doble connotación temática, dejando a un lado la evolución tecnológico-científica. Por un lado esta todo aquello que somos capaces de hacer por amor, impedir que esa persona se marche para siempre. Una despedida y sobre todo cuando es para siempre, es más que difícil. Pero todo lo que lleva a la forma en la que se desarrollan todos los hechos de la película tiene un tras fondo, el amor. La historia del matrimonio Caster llega a emocionar, equiparable incluso a Romeo y Julieta. No es un drama romántico barato, hay que saber ver entre fotogramas.
En cuanto al otro tema, sería el control humano. Cada vez parece quedar más confirmado que no puedes darle un gran poder a un hombre, hay una enorme falta de control que desencadena el caos.

Las interpretaciones de Johnny Depp y Rebecca Hall tienen más que un notable, rozando el sobresaliente, sobre todo Depp. Que por cierto ¿Dónde esta su Óscar? Yo os lo diré, pudriéndose en la misma estantería en la que se pudre en estos momentos el de Leonardo DiCaprio. El mundo del cine es así de injusto, un talento de años que no es reconocido.
Morgan Freeman pues como siempre. No se por qué me da la sensación de que últimamente siempre interpreta papeles del mismo tipo, pero él se lo puede permitir.
El que no termina de convencerme, y es una lástima, es Paul Bettany. Esto es un juicio de valor, parece muy estático a la hora de interpretar, muy frívolo. Después de verle también en Legión y El sicario de Dios, pues ya os podéis imaginar, más de lo mismo. Por no hablar del doblaje, la voz al oído se hace bastante falsa.

Tenemos a Kate Mara, hermana de la versión americana de Lisbeth Salander, Rooney Mara. Interpreta a Bree, miembro del grupo extremista RIFT (Revolutionary Independence From Technology) los causantes de los atentados y quienes tratarán de poner fin a la expansión de la conciencia artificial de Will.
El pelo rubio casi platino (ella es pelirroja natural) y el aspecto, puede recordar a Scarlett Johansson, de momento no se las puede comparar siquiera. Aunque nunca es tarde para que una carrera despegue.

Posiblemente la película en algunas escenas, sobre todo más hacia el final, se os llegue a hacer un poco larga, pero por lo demás no tiene ninguna pega. Este fallito se debería a que no se ha sabido dirigir bien el desarrollo de los hechos. Le ha faltado algo, un poco más de acción, maldad gratuita incluso. Lo dejo a vuestra elección. 

Nota: 3.7/5

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